viernes, 13 de enero de 2012

Historia de la la Masonería en Venezuela por Eloy Reverón


La raíz histórica y primigenia de la masonería venezolana data de 1808. Así lo revelan investigaciones históricas realizadas por el historiador Eloy Reverón en 1988. Según los masones venezolanos del siglo XIX, tal es el caso de José de Jesús Castro, quien tradujo e imprimió en su imprenta la Pintoresca Historia de la Masonería y las Sociedades Secretas, de H.B.T. Clavel, en una nota del traductor, señala que "desde su llegada a Venezuela, en 1808, la masonería venezolana... (Enrique García)


La primera advertencia es que no existido y existe una sola masonería. Comenzaremos por la mazonería con z referida a los alarifes u obreros del templo. Están las catedrales envueltas en un aire de misterio, símbolos alquímicos en su derredor, algo así como que unos obreros picapedreros cubiertos y celosos de su secreto profesional pero que poco nos hablan de arquitectos con nombre y apellido. Lo que predomina popularmente es el anonimato donde un sector de lo que se constituye como clase burguesa encuentra un lugar de adscripción. 


El nombre de César Cesariano o de Stornalocho son nombres concretos e históricos de arquitectos diseñadores de catedrales. Hago mención a ellos porque la tradición masónica supone que un día a alguien se le ocurrió descifrar o tratar de entender la simbología alquímica expresada en algunos detalles del arte real, y entra en los grandes misterios de la vida y la muerte dentro de una nube de misterio. Un misterio envuelto en el anonimato.

Cuando la Masonería llegó a reunirse en locales visibles, identificados con sus símbolos comenzó a tener enemigos visibles también. Pero entre los enemigos que penetraron los templos, estaban aquellos que inventaron teorías conspirativas para vincular a los "obreros de la Paz" con actos de desobediencia al poder establecido y otro tipo de asuntos que desviaran la atención de los verdaderos motivos que llevaban a aquellos personajes a reunirse en logias. Existe la creencia de que los únicos que se han reunido en logias son los masones, y que los únicos masones que existen son los que se muestran como herederos de una tradición.

La masonería inglesa, por ejemplo se consideró heredera de las guildas de constructores del gótico flamígero. Llegó un momento que se impuso el principio masónico del estudio de la ciencia y la práctica de la virtud, cuando después de investigación seria y prolongada, llegaron a la conclusión de que no existía continuidad con aquellos mazones operativos y los de la creación de la gran logia de Inglaterra en 1717.

Existe la masonería con s, una suerte de masonería especulativa y de un gremio de Francmasones, quienes a través de una serie de signos señales y tocamientos, se hacían reconocer, no solo como obreros con su grado de instrucción, sino que con el deletreo de la palabra de pase, certificaba su asistencia los días de salario a la hora de cobrar. La masonería moderna se autoreconoció como heredera de aquellas guildas de constructores.
Encontramos posiciones diferentes sobre la necesidad de identificarse como constructor a la hora de salir a trabajar en otra construcción. Esa idea había sido la más difundida, pero salieron al paso otras opiniones que contemplan la lentitud con la que fueron levantadas estas obras. Ellos argumentan que se pasaba una vida trabajando en alguna catedral, vale decir, que los viajes no eran tan frecuentes. Estos últimos son los partidarios de los orígenes templarios de la masonería.   
Para efectos de nuestro estudio hablaremos de Franc masonería para diferenciarlos de las otras masonerías irregulares, o dedicadas a asuntos ajenos al espíritu que proclaman los francmasones o masones modernos.


Si los escritores a quienes les ha dado por escribir cuentos históricos  sobre el tema hubieran considerado estas palabras de Henry Clausen, erudito masónico estadounidense, se aclararía un poco el enredo en que se meten. Este caballero con ese quepis tan pintoresco condensa con las palabras que seleccionamos de su discurso, la guía básica para seguir el tema. Él es el intérprete y autor de un libro que resume la obra de Albert Pike, considerado como el Papa de la masonería estadounidense. Este sistema de moral basado en la interpretación de símbolos al cual define como masonería moderna se hace más elocuente a la hora de confrontarlo con la realidad concreta de que la masonería moderna se organizó, y luego de una investigación histórica en la eségesis de los textos bíblicos y leyendas religiosas, encontraron las enseñanzas masónicas.

Tomamos nota de la moral como reflexión filosófica, un sistema ético velado en símbolos cuyas enseñanzas fueron tomadas de la historia por un grupo de caballeros reunidos en logias. Actuaron como historiadores. ¿Sucedió de igual manera con otros grupos francmasónicos? Esperemos al capítulo de la masonería estadounidense para llegar hasta allí. Por ahora nos queda tomar nota de otro asunto primordial: cada masonería genera su propio origen. Es la construcción de un ideario, de una historia primordial traída de la necesidad de adscripción a un colectivo determinado.


Este detalle de tantos orígenes de algo que parecería único, que se muestra como una tradición, detrás de esta idea reposa un sentido, en la autoconstrucción. Cada masonería es un mundo. Debemos aprender a diferenciar para no caer en sandeces a la hora de escribir sobre el asunto. Nuestro seguimiento directo es con una masonería con la cual tomamos contacto directo por vía documental, no caer en las fantasías masónicas de ayer y de hoy. Hemos visto con verdadera condescendencia como jóvenes con formación universitaria han caído en las trampas de testimonios de religiosidad masónicas ajenos a la seriedad que exige la formación académica. Algo que he llamado "Galimatías de la historia" Pueden consultar la siguiente dirección  para mayores detalles:
 http://es.scribd.com/doc/108553684/Galimatias-de-la-Historia

Recuerdo unos artículos escritos por un francmasón que reconozco como tal, donde expresaba un punto de vista que reservaba a los francmasones la exclusividad de su condición, al hecho de reunirse en logias. Esto es otro elemento de confusión que debe considerar quien se tome en serio investigar sobre el asunto. Un ejemplo elocuente es la gráfica que presentamos a continuación.
Existe una teoría conspiradora que mete en el mismo saco a todos los que se reúnen en logias con objetivos variados. Por sus actos los reconoceréis. Pero existe una acción masónica conceptualizada para la historia. Lo hicimos en la Academia Nacional de la Historia cuando celebraba el VI Congreso Internacional de Historia en Caracas, 1988. Un trabajo colectivo proyectado hacia la sociedad pero, propuesto, acordado, aprobado en logia, en este caso en tenida masónica, o reunión realizada conforme a los rituales.  
     
Todo esto viene a colación por otro de los mitos más difundidos de manera coloquial. La masonería madrina de la independencia. Queda la pregunta ¿Un hecho tan sangriento y tan prolongado como la guerra de independencia una acción masónica? Eso lo debió haber inventado algún enemigo gratuito de la Orden, al menos en la época cuando tenía enemigos.
Desde mis primeros papeles escritos para el Instituto de Investigaciones Bolivarianos Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar asumía como más acorde, al menos con la francmasonería que conocemos hoy, un proyecto como el de la pacificación, que utilizaran los medios y recursos masónicos para ponerle fin a la Guerra a muerte.

Estudios documentales y bibliográficos nos revelan que los masones venezolanos del siglo XIX vincularon la Orden al proceso de pacificación. Eso es natural porque aquel foco de violencia fue de dimensiones tan inimaginables para nosotros, que ellos que la vivían como un recuerdo, no le veían nada de sublime a la violencia sufrida. 

La historiografía trató de mitigar ese sentimiento colocando a un valor por encima de la vida, esa abstracción es la libertad. De allí surge otro valor que justificaba todo los sufrimientos y sacrificios padecidos, la Independencia una idea abstracta que solo existía en los libros de historia escritos para la clase neocolonial conservadora dominante. Más allá de la independencia historiográfica está una independencia o estado donde los vectores de las fuerzas de dominio colonial y neocolonial ya no operan porque han sido sustituidos o neutralizados con vectores de otras fuerzas liberadoras.

Es muy importante no perder de vista la pregunta: ¿Cuál Masonería? No sólo hay muchas masonerías, sino que cada una ha investigado sus enseñanzas en el pasado histórico, creando de esta manera, la versión que a cada uno grupo convino para los objetivos de su trabajo. Ingenuamente respondió un masón británico en una entrevista de televisión cuando le preguntaron sobre la invención de orígenes antiguos, respondió con una pregunta: ¿Quién va a inscribirse en una organización que nació ayer? 

Lo que queda claro es que la crisis de autoridad sufrida por la Corona Española en 1808, propició la apertura de relaciones comerciales con los británicos, estadounidenses y los holandeses de El Caribe Insular, que actuaban como agentes de las logias en los puertos. 

Es lógico que fuera más o menos en la misma época cuando se inicia la crisis de autoridad de la Corona española como consecuencia de la amenaza napoleónica. En esa época se acusa cierta apertura al comercio marítimo con las Antillas, las relaciones con los ingleses fluyen con cierta libertad. Las primeras logias registradas están ubicadas en los puertos.

Independencia como rito jurídico

La ilusión de una clase dominante, conservadora, aristocrática, colonialista y esclavista que durante la crisis de autoridad de su Rey, declaró la independencia como una necesidad de “conservarse á sí misma, para ventilar y conservar los derechos de su rey, y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa, contra los males que les  amenazaban (Acta de 5 de julio de 1811) 

El acto jurídico consolida una situación de facto: el Rey había declinado sus poderes al renunciar a sus derechos. La clase mantuana lo respaldaba a pesar de su actitud. Esperaba que todo volviera a la normalidad cuando Napoleón fuera controlado en sus ímpetus. Esperanza inútil que el sector más despierto de esa sociedad colonial tenía una idea más clara de el rumbo que había emprendido el mundo. Nadie mejor que Francisco de Miranda para percibir la realidad histórica. Su visión estratégica de la historia comprendía los posibles senderos por donde podrían desatarse los acontecimientos. Miranda observaba la historia con un sentido arácnido, su imaginación desplegaba en su mente los procesos históricos, el rumbo de las revoluciones, las negociaciones diplomáticas, los derroteros del arte y la cultura como un inmenso tejido de telaraña. Sus compatriotas se enredaban como insectos en cualquier coyuntura de la red. Historiadores posteriores suponían que por haber estado ausente, desconocía la idiosincrasia de las tropas que conduciría. Pocos han sabido interpretar el sentido de la palabra bochinche cuando la aplicó a la realidad histórica de la Primera República.
Miranda observó con la distancia debida la telaraña donde se enredaban aquellos provincianos, que muy poco habían cambiado los mantuanos que había dejado atrás hacía cuatro décadas cuando su padre y su cuñado decidieron financiar su viaje de estudios hacia el centro del mundo emergente. Aquel cerebro despierto que se vislumbraba. Allá tuvo contacto directo con la clase social a la que pertenecía, una burguesía comercial emergente que en su pequeña Caracas era atacada por la aristocracia criolla. Esa condición social y su dimensión histórica inspiró a los francmasones criollos del siglo XX, a encontrarlo como héroe mítico fundador de la Orden, no sólo en Venezuela. En realidad autores como Francisco Arráiz en 1816, a través de un panegírico publicado por la Academia Nacional de la Historia, cediendo a la tentación propuesta por Jules Mancini en su libro sobre Bolívar.


Con una formación y cultura asombrosa. Diplomático, Político y Militar, Miranda encandiló a los intelectuales vinculados a la Orden. Era el primer hombre Universal desprendido de nuestra nacionalidad. Miranda perteneció a un sector de la sociedad  que ofreció su proyecto alternativo contra el sistema colonial, esa era la causa esencial del rechazo social que sufrieron como clase emergente.




A la provinciana Caracas llegaron noticias de las actuaciones públicas de Miranda, banalizadas por la envidia, minimizadas por la ignorancia y el miedo. No sabemos hasta que punto sabían diferenciar a un Jacobino de un Girondino, de un masón o de un conspirador.
Los masones del siglo XIX no se ocuparon ni de Miranda ni de la Independencia. Eran temas que en aquellas mentes  conservadoras estaban vinculados a escenas de violencia, sangre y ruina. Ellos hablaron de una masonería pacifista que se abrazaba fraternalmente en Santa Ana de Trujillo para trazar el principio del fin de la Guerra a muerte como tan acertadamente llamara el historiador Juan Uslar Pietri al encuentro entre dos jefes militares que acordaron la Paz.



No podemos precisar hasta qué punto esta mitografía de Miranda masón se proyecta como una religión civil o como una visión religiosa de la ciudadanía. Miranda es el héroe cívico militar, unión que ya perfila en su manifiesto de Coro redactado en Londres en 1803 y distribuido en 1806. Desde la Academia de la Historia, se encargó Nicolás Navarro de dar a conocer las contradicciones en que caían los patriotas argentinos al interpretar en los escritos de Mancini, una masonería, que lo sería como organización conspirativa, o cualquier otra mafia, pero no como una rama de la francmasonería del Rito Escocés que durante la crisis de autoridad de Fernando VII, estaba en pañales.



Otro cultor de la literatura masónica que contribuye a fijar la creencia esencial de la masonería mirandiana es Benjamín Vicuña Mackenna (1831 1886)  En el campo de la historiografía se le critica por su exagerado patriotismo, el cual demuestra en su libro El álbum de la gloria de Chile. Homenaje al Ejército y Armada de Chile en la memoria de sus más ilustres marinos y soldados muertos por la patria en la Guerra del Pacífico en el cual intenta disimular las barbaridades que cometió el ejército chileno en la invasión al Perú.


Estos autores que ni siquiera podrían ser considerados por alguien que se precie de conocer algunos aspectos generales de la historiografía latinoamericana los tomaría en serio, son constantemente citados como autoridades de peso para sustentar "históricamente" la condición masónica de Miranda.



Esta visión masonizada de la historia es la que encontramos en las páginas web de la francmasonería actual. No podemos entrar en polémicas como Navarro porque el tema no es si Miranda fue o no masón, como Jesucristo fuera o no cristiano o Marx marxista. El tema es comprender lo que Clausen dijo al principio. Una vez que la masonería moderna se organiza estudia el pasado para encontrar en un sistema de alegorías y símbolos, todo el contenido de su enseñanza. La masonería mirandiana, es solo una de ellas.



En nuevas entradas presentaremos cómo Asciclo Valdivieso Montaño, manipuló la cita de su hermano del siglo anterior, para forzar la versión anónima de una enciclopedia, donde se introduce un capítulo de la Conspiración de los Cerrillos de San Blas, dentro de un capítulo dedicado a la masonería.

Los textos e imágenes presentadas en este espacio provienen de los viejos ficheros de cartón utilizados para preparar las clases de Historia de la Masonería en Venezuela durante la materia electiva con ese nombre dictada por el profesor Eloy Reverón, en la Escuela de Historia U.C.V. 2004 y 2012)

Para cumplir con lo ofrecido en párrafos anteriores, respecto a Valdivieso Montaño voy a introducir el tema con la siguiente imagen que hemos utilizado para ubicarnos en la epistemología o piedra angular del sustento de nuestras explicaciones con respecto a la posibilidad de una Historia Liberadora o para la Liberación.


Es lamentable observar la manera como jóvenes inteligentes y con buena ímpetu para investigar, pudieron haber caído en una cadena de reiteraciones sistemáticas que obedecen a la muestra del mínimo sentido crítico o la falta de pericia para elaborar un seguimiento de fuentes bibliográficas. De ellos nos ocuparemos al cerrar 




Asciclo Valdivieso Montaño, considerado uno de los pioneros de la historia dela masonería en Venezuela, nació en la población de los Guaraúnos en el estado Sucre el 17 de noviembre de 1876. Estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó en 1906. Luego ejerció el derecho en los estados Bolívar, Guárico y Apure. Se estableció en Caracas en 1916 donde se desempeñó como secretario de varios juzgados de la Capital. Jurista, poeta e investigador, fue miembro activo de las logias Fraternidad y Lealtad de Caracas. Obtuvo el grado 33 y presidió la Gran Logia durante el período comprendido entre 1923 y 1925.

 Publicó numerosos trabajos relativos a su especialidad en derecho, pero se le conoce en la historiografía venezolana por su biografía de Boves (  )Es el primer trabajo que intentó una revisión histórica del asturiano.

 Sus trabajos sobre historia de la masonería fueron presentados en  
tenidas masónicas de instrucción y publicados en la prensa, " Un Capítulo de historia masónica de Venezuela"  en La Esfera, Caracas, N 1170, 8 de junio de 1930. p.2.

 De  Introducción de la masonería en Venezuela Caracas, Tip. Americana, 1928, hacemos las siguientes observaciones:
  
1.‑ Involucra a la masonería en el movimiento de independencia de la América íntegra; vinculada por una parte con la masonería española, relacionándola con la logia de los Caballeros Racionales de Cádiz; por otra, la vinculación del precursor don Francisco de  Miranda como fundador de una logia establecida bajo los auspicios de la Gran Logia de Londres conocida como la Gran Reunión Americana. Sugiere que los principales próceres hispanoamericanos fueron a esas logias a recibir instrucción sobre las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.

2.‑ Hace eco de un historiador de apellido Rebold, quien puso de manifiesto la importancia de la fundación de logias en las Antillas
como órganos difusores de las ideas independentistas.

 3.‑ Cita varios autores que aportaron datos sobre la fundación de las primeras logias en el país.

4.‑ Enlaza en su discurso información relativa a la condición de masón del general Pablo Morillo, repite la información suministrada por J.J. Castro sobre la pacificación y el Armisticio de Santa Ana de Trujillo en 1820 y una causa de infidencia contra Don Rafael Mérida acusado de haber sido enviado de Cádiz con la misión de fundar logias masónicas en Venezuela.

 En sus trabajos sobre la masonería, Asciclo Valdivieso Montaño  recopiló los datos y enlazó su discurso armado en torno a las anotaciones de sus lecturas, asumiendo una posición, y hasta allí llegó. Su investigación necesita ser actualizada en virtud de hacerle un seguimiento sistematizado a  las fuentes que permita respuestas más depuradas, en el sentido de que este trabajo puede constituir la apertura hacia aquella etapa de la investigación en que hemos hecho una revisión exhaustiva de la bibliografía publicada, tomamos citas textuales o hacemos fichas de resumen y explicamos mediante un discurso que enlaza las citas y los resúmenes de ideas. Pero Valdivieso se quedó allí, asumió la posición más confortable para su proselitismo masónico. Lo movía más su entusiasmo por descubrir en los libros la grandeza de la institución que  presidía, que hallar fundamentos que establecieran un conocimiento verás del pasado masónico. No debemos olvidar que escribió en los años treinta. Podemos catalogar la información que proporciona como datos completos y verificables. Un cúmulo   de datos enlazados dentro de un discurso que desvía sobre el aspecto que quiere resaltar o disimular. El ordenamiento de estos datos, su seguimiento y  verificación de las fuentes, delinearlo y ubicarlo dentro del contexto histórico es la etapa de la investigación que le faltó continuar a este interesante trabajo realizado por Valdivieso.

 Al compararlo con algunos autores masones del presente (década de los 1990), percibimos que se acercaba más a la concepción de la historia de su tiempo, que lo que se acercan a esa misma concepción de nuestro tiempo, escritores como Edgar Perramón o Hello Castellón que en el mejor de los casos, a veces citan las fuentes y desmerecen el sentido masónico del estudio de la ciencia y la práctica de la virtud.

 En los dos trabajos que este autor dedicó a aspectos históricos de la masonería refleja acusada parcialidad y marcada intención de exaltar las virtudes de la institución masónica. Se limita a elaborar observaciones superficiales, en cuyo desarrollo  llega a la manipulación de  la fuente para hacer proselitismo o justificar ingenuamente lo que a su criterio podía resultar oscuro para la institución, veamos:
  
" Al referirse el pasaje anterior al hecho de verse los trabajos de la masonería fines políticos, tal vez tiene en cuenta el Decreto del Libertador de 8 de Noviembre de 1828, que prohibió las reuniones de las ' Sociedades Secretas ' y se ha pretendido entre los enemigos de la masonería, que en aquellos se incluyeron también las juntas masónicas.(*) Así mismo en el año 1855, el Gobernador de la provincia de Barcelona de Venezuela para aquella época prohibió la reunión de la logia Protectora de las Virtudes N 1, de Barcelona y de las otras de esa provincia, por conceptualizarlas sociedades secretas políticas, lo que motivó que el entonces Ministro del Interior y Justicia de la República, Licdo. Francisco Aranda, previniera al expresado Gobernador de orden del Ejecutivo, que se dejara trabajar libremente a las logias de la provincia por ser conocido de la generosidad que el espíritu de la institución tiene por exclusivo objeto adorar a Dios y amar a los hombres practicando la caridad y la beneficiencia; lo que las hacía útiles a la sociedad." ( Introducción de la masonería en Venezuela, pp. 6‑7)

Observemos como cambia el giro del discurso en (*), cuando hay algo que no conviene a sus propósitos. Tampoco dice que ese Ministro del Interior formó parte de los altos cuerpos de la masonería y esquiva la necesidad de aclarar el verdadero contenido del decreto promulgado por el Libertador, que  en ninguna parte excluye a la masonería. Tal como dice el decreto en su primer artículo: " Se prohíben en Colombia todas las asociaciones, o confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una" Bogotá, Decreto de 28 de nov de 1828, Firmado Simón Bolívar )

 Los artículos 2 y 3, y los párrafos 1 y 2  del tercer artículo se refieren a las penas correspondientes a la desobediencia del decreto o complicidad indirecta con el cumplimiento del mismo. En ninguna parte dice que la masonería queda excluida; en lugar de eso aclara : " sea cual fuere su denominación ".

 El decreto que firmó el Libertador señaló claramente que por la experiencia colombiana y extranjera:
..., que las sociedades secretas sirvieron especialmente para preparar los trastornos públicos turbando la tranquilidad pública y el orden establecido; que ocultando todas ellas sus operaciones con el velo del misterio, hacen presumir fundamentalmente que no son buenas ni útiles a la sociedad, y por lo mismo excitan sospechas y alarman a todos aquellos que ignoran los objetos que se ocupan; oido el dictamen del Consejo de Ministros,...  ( Idem)
  
No mencionó tampoco el autor que este decreto se firmó 33 días después de la tristemente célebre " Noche Septembrina ".  Existen otros documentos donde el Libertador no tiene buenas palabras para con los masones. Más adelante los observaremos. (Eloy Reverón, La masonería en Venezuela (1867 1870) Tesis para optar a la licenciatura en Historia, Caracas, U.C.V. versión digital original)

Manténganse en contacto, seguiremos subiendo información)