El primer documento que nos permite pensar seriamente en la presencia de una institución masónica, (aparte de diplomas masónicos que certifican la existencia de logias en Venezuela fechados después de la primera década del siglo XIX) lo constituye una solicitud de carta patente para regularizar una logia que funcionaba en Valencia (1823), donde algunos connotados legionarios británicos habían iniciado al Centauro, y lo habían nombrado Venerable Maestro de su logia.
El documento en cuestión se encuentra en la Academia Nacional de la Historia en Caracas. Allí hace mención a un comerciante estadounidense de apellido King, que ya había recomendado a las logias de Barcelona, Cumaná y La Guaira, solicitar sus cartas patentes. Este comerciante estadounidense estuvo en contacto fortuito con el cónsul británico Robert Kir Porter, según algunas referencias que este último hace en su diario.
Lo que nos extraña de Páez, es que en su Diario, no encontramos que nombre a la Masonería para nada.